miércoles, 8 de abril de 2009

El Chino

No recuerdo desde cuando El Chino arreglaba los frenos de mi carro, desde mi vieja Wagoneer hasta el Corsa que tengo actualmente, todos pasaron por las manos del popular frenero. No fueron sólo estos, los carros de mis hermanos, los de la esposa de mi hermano, los de mi mamá, los del Dr. Soto y los de media Maracaibo.

En esta ciudad hay un mercado popular muy viejo y tradicional, el Mercado de Santa Rosalía, colindante con Las Playitas y El Tránsito. El sector de Santa Rosalía es sucio y antiguo, casas ruinosas, huecos y niños barrigones adornan el caluroso paisaje. Detrás del mercado están los freneros de Santa Rosalía, famosos buhoneros de la mecánica, expertos y tracaleros. Se avalanzan con porfía y verborrea sobre cualquier vehículo que ose transitar lentamente por la calle de los frenos. Es un callejón de competencia y jodedera, allí no se toma agua sino cerveza, la etiqueta es el chalequeo.

Se dice que ese ambiente dicharachero, rebosante de zulianidad, esa franquicia de marañas, fue fundada por El Chino, hombre canoso de cincuenta y tantos años, complexión de mecánico ágil y voz áspera, buena gente, responsable y amistoso. Era común pasar cualquier día, a cualquier hora y ver al Chino conversando (seguro que sobre su hijo, del cual siempre hablaba con alegría), tirado sobre el piso o en cuclillas sobre una rueda trasera ordenando con erudición: "bombeá... soltá... bombeá.. soltá".

- Coño, ese Chino tiene aquí todos los años del mundo
- Pa' que sepais, le ha echao' bolas

Él no se avalanzaba sobre los clientes, ellos lo hacían sobre él y en más de otro frenero ví la cara del pez pequeño cuando la preferencia de los clientes daba testimonio del buen trato y experticia del gran Chino. En la acera de la esquina de la tagüarita es donde nuestro personaje exponía su dominio, esa era su oficina y su taller.

Fue un viernes cualquiera, mientras el Chino disfrutaba allí de unas merecidas friítas al final de la jornada cuando un tipo entró a asesinar a su asistente y de paso mató al Chino. Así, sin motivos ni palabras, en un segundo borró una vida útil, buena, apreciada y necesaria. Sin razón lo apagó trágicamente, le pasó por estar allí, en su mismo trabajo.

¿Cuántas veces no estuve en ese mismo sitio?, tomando con tipos gordos y brutos, echadores de broma con uniforme de harapos. Riendo de ordinarieces y maracuchadas, pasando un rato amistoso de gritos, insultos y carcajadas. Cuando el delincuente mató al Chino, tambien hirió a uno de estos tipos mientras salía del orinadero de la tagüara. Yo salí decenas de veces de ese desaguadero de cervezas.

En ese ambiente, cualquier conversación gravitará tarde o temprano a la política y mientras "argumentaban" sobre la criminadidad, escuché de paso una frase común entre los chavistas, el argumento por excelencia para negar la inseguridad: "Seguí viendo Globovision güevón, te vais a volver loco". ¿Será por ver Globovisión que mataron al Chino?.

Esto lo tomo de elpais.com
Roberto Briceño, director del Observatorio Venezolano de Violencia, entidad privada con la que colaboran cuatro universidades, señala: "En 1998, el año en que Chávez ganó sus primeras elecciones presidenciales, se cometieron 4.550 homicidios. El año pasado fueron 13.200. En 10 años se han triplicado las cifras. Entre el 80% y el 90% de las muertes violentas se producen en los barrios más pobres. En 1998, la tasa era de 19 homicidios por cada 100.000 habitantes. En 2006 pasó a 49. En España, la tasa está entre uno y dos. En Argentina están alarmadísimos porque tienen nueve. En Brasil andan por los 23 y en México, 24 por cada 100.000. Hace 10 años Venezuela rozaba el 20. Ahora tiene el doble que Brasil y México. ¿Qué ha pasado?". "La hipótesis que yo mantengo", añade Briceño, "es que los primeros muertos por cada 100.000 habitantes tienen la misma explicación que tendrían en México o Brasil. Pobreza, desigualdad... Pero los otros veintitantos tienen que ver con el quiebro del pacto social que se ha llevado con este Gobierno. Cuando el presidente hace un minuto de silencio por el guerrillero Raúl Reyes, está creando un desorden en la sociedad".
Por experiencia sé que cuando un chavista lee algo como esto, por increíble que parezca, ataca al interlocutor con argumentos ad hominem, desprecian la opinón divergente con insultos tomados del mismo cuerpo argumental que les han diseñado, es matemático: "Esos son los famosos expertos" o "ese es un fracasado de la cuarta" o "ese es un fascista" o el descabellado: "en todos los países es igual".

"¿Dónde viste eso?, seguí viendo Globovisión güevón".


Siempre he considerado que tanta inoperancia, una incapacidad tan extraordinaria, una perspectiva de las prioridades tan absolutamente nublada, tiene que responder a un auspicio deliberado de la delincuencia por parte del Estado. Sólo se habla tibiamente del problema en épocas electorales y luego se olvida.

Si un alcalde o gobernador de oposición actúa -o tiene intenciones de actuar- consecuentemente según esta atroz emergencia, desarman sus policías, desmembran los cuerpos interdisciplinarios (Comando Anti Extorsón y Secuestro), desarticulan la cooperación con la Guardia Nacional o el Ejército en base a conjeturas y malcriadeces (¿planes?), en base a entelequias e ideologías, en franco detrimento de la seguridad ciudadana. Los planes de seguridad anunciados por el gobierno son dignos de risa y de ridículo (Ruta Segura), parecen burlas al dolor de la gente. Se promueve la impunidad (caso de comisarios), se defiende y exhalta al delincuente (Joao de Gouveia, Raúl Reyes, Tiro Fijo, motorizados de La Piedrita y un larguísimo etcétera) hasta el punto de convalidar y respaldar el genocidio (Al Bashir). Si estuviéramos en los 40' yo sé por cuál bando decantarían los bolivarianos.




Y siguen muriendo frente a sus narices mientras niegan la terrible realidad que vivimos en un
país sin ley, sitiados por asesinos, en una constante paranoia, en una guerra de malandros contra inocentes sin nadie que interceda por los desarmados. El caso del Chino es uno de los ciento y tantos semanales que las autoridades chavistas se niegan a reconocer y a actuar en consecuencia, mientras la masa político-religiosa del chavismo se hace la desentendida, viviendo sus vidas alegremente en su realidad paralela, esto es mejor que Canadá. Hasta que los matan.

Esto no es ficción, en este momento hay miles de personas vivas en Venezuela que para el 01 de enero de 2010 habrán sido asesinadas, y esa no es la mala noticia, lo peor es que nada ni nadie dice que no sea yo una de esas. Y "yo" también eres tú.

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