jueves, 12 de marzo de 2009

Cómo es "ver a Maiden"

El 5 de marzo del 2009 fue un día histórico para los escenarios del metal en esta tierra de nadie, como todos los usuarios de Movistar saben, por fin se presentó Iron Maiden en Venezuela.

La entrada fue bastante costosa, para un emprendedor de poca monta como yo, fue una jodida fortuna. Admito que compré la entrada preferencial atendiendo a un dictado de mi conciencia que rezaba textualmente: "Casi 20 años de espera ¿y los vas a ver desde lejos?". Después de un viaje de 12 horas en expreso, comiendo poco y haciendo todo tipo de malabares administrativos, pude asistir al evento con un par de amigos.


Ok, esto es ver en palco VIP, la versión Evenpro de un concierto de La Doncella:
  • Haces una cola descomunal, salpicada de violencia y represión gratuita cortesía de la Policia Metropolitana.
  • Te marcan con un brazalte fosforescente que indica que compraste una entrada preferencial, 40% más cara que la general. Era el preámbulo del ridículo.
  • Cuando entras al área VIP, lo primero que notas es que no es tal. Todos los del área general se habían saltado una división casi simbólica de los dos ambientes. Yo mismo hubiera hecho lo propio. Lo que molesta de esta situación es que tenías el jodido brazalete, la gente se burlaba y sólo atinas a ver cómo varios trataban de quitárselo cual luminosa señal de estupidez, de credulidad e inocencia. Por un momento, Maiden nos nubló la mente y pensamos que vivíamos en Inglaterra. Despierta! estás en el quinto mundo. En el diario El Nacional justificaban el hecho aduciendo que "no hay áreas VIP en un concierto de Heavy Metal", lo cual transfiere la culpa a los ingenuos fanáticos que quisieron asegurarse un buen momento. No es justificable una estafa bajo ningún pretexto. Que por lo menos quede esto como constancia de la muy amable y civil actitud de los metaleros.
  • Lo segundo que notas tiene connotaciones trigonométricas. Imagina un cine invertido, con la pantalla en la parte alta y el proyector en la parte baja. Esa era la geometría del escenario. A unos cinco metros de la tarima, mientras ejecutaba la hija de Steve Harris, vi algunos brazos y dos mechones de cabello.
  • Despues de un minucioso análisis geofísico de la situación y con un poco de suerte, puedes apartarte del área central, ubicar algún promontorio y ver por fin a tus grandiosos héroes del tamaño de un soldadito de plástico. La gloriosa visión se veía muy fecuentemente interrumpida por brazos, cuellos, torsos y cabezas de aquellos que iban en plan de filmar en vez de observar y escuchar. Habían dos pantallas de muy buena resolución y luminosidad, sin ellas las chicas asistentes jamás hubiesen podido ver nada.
  • Una de las visiones más maravillosas fue la de Bruce Dickinson vistiendo un traje de caballería inglés del siglo XIX, blandiendo una gigantesca bandera británica mientras ejecutaban The Trooper. Oh Bruce!

Asistieron unas veinte mil personas y mostraron generalmente un buen comportamiento. Ninguna de estas penurias, desorganización, estafas y chanzas fue mayor que la satisfacción de ver en persona a quienes escuchaste por vez primera hace unos 20 años, los mismos que te entregaron las llaves del metal.

up the fucking irons!!

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