Esclavitud Alimentaria
Charito Rojas
Junio 9, 2010
“Quienes no tienen moral, y poco les importa trabajar con la mentira para tapar su colosal mediocridad y carencia de escrúpulos, optaron durante estos días por reventar la cloaca de su propia miseria y esparcir el detritus que circula por ella”. José Vicente Rangel, 1974. Junio 9, 2010
Estas premonitorias palabras del entonces diputado por el MAS, José Vicente Rangel, pueden describir perfectamente la situación de un gobierno acorralado por las verdades implacables que salen a relucir en un deslave de corruptelas que pone al descubierto las entrañas podridas del régimen. Tan podridas como los 70.000 kilos de alimentos, suficientes para dar de comer por tres meses a los venezolanos.
El gobierno tiene el 100% de la responsabilidad en este escandaloso caso pero su intento por hacer lo de siempre, que es echarle las culpas de su propia corrupción e ineficiencia a otros, es patético. Chávez lo llamo “un error” pero lanza a sus hienas contra el sector privado y no contra quienes dejan perder de esa manera alimentos comprados con el dinero de ese pueblo que él dice defender. Ministros, diputados, funcionarios de todo nivel no cesan de repetir una y otra vez la mentira oficial: que esa es una campaña mediática, que Fedecámaras y Comercio tienen la culpa, que el Imperio dirige la operación contra el gobierno. El colmo es de una hasta este momento desconocida Presidenta de Pdval, que vestida de punta en rojo, afirma sin vergöenza alguna que la oligarquía lo que quiere es quitar los inmensos pollos de Pdval (según ella alcanzan para 6 personas) de la mesa del pueblo. “Y no lo lograrán”, dice muy convencida.

Ante su evidente responsabilidad en esta olla podrida, al Comandante Presidente no se le ocurre más que dar todo su apoyo a Rafael Ramírez, el hombre a quien todos quienes compran alimentos con dólares Cadivi, a través de Barivén y en coordinación con Pdval, le reportan. Y no sólo lo apoya sino que le ordena defenderse de la “oligarquía apátrida” que quiere destruir la revolución por ese “pequeño errorcito”. Guapo y apoyado, Ramírez declara que toda la cadena alimentaria debe ser del gobierno, lo cual augura tiempos difíciles, no sólo para los productores ya suficientemente ahorcados por la garra oficial, sino para los consumidores, a quienes espera mucha hambre en manos de estos ineficientes corruptos.
El gerente de “calidad de alimentos” de Pdval dice que no es que la leche este podrida, sino que los estándares sanitarios de Venezuela son más altos que los de otros países. Así que están reciclando en una planta de Santa Rosa, en Valencia, la leche en polvo que según ellos está buena y la venderán en Pdval. Los galpones de la almacenadora Cealco en Aragua están sacando subrepticiamente alimentos que consideran en buen estado o con vencimiento en uno, dos o tres meses, para ser reciclados.
Los fiscales del Ministerio Público investigan. Les recomiendo que lean columnas periodísticas que desde el año 2005 cuentan el negocito con las compras de alimentos, las comisiones en el exterior, los contactos en Cadivi, la compra de productos próximos a vencerse a precio de baratillo, la petición de los funcionarios compradores de alterar las facturas y compartir ganancias con los vendedores. Los chinos no pestañean ante esto, pero el Presidente de Portugal vino y protestó ante el mismísimo Comandante que sus emisarios compraban los productos más baratos y querían que se los facturasen como si fuesen delicatessen.

Esto no es sólo un problema de salud pública sino de moral de Estado, de corrupción endógena, de protección a los corruptos. Están atrapados y en lugar de hacer pública enmienda de la falta, enfocan sus misiles hacia la empresa privada, para en venganza por verse descubiertos, terminar la faena expropiadora. Todo en nombre de una seguridad alimentaria que se convertirá en muy corto término en esclavitud alimentaria. Al igual que la revolución cubana, ésta también quiere imponerse por el hambre.
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