sábado, 12 de mayo de 2007

Articulo que me publicaron en la revista Lúcido de la Asociación Racional Escéptica de Venezuela (AREV)

La palabra rock se ha convertido para muchos grupos e individuos, en sinónimo de drogas y satanismo. Todo aquel que se identifique con este estilo musical y su cultura podrá dar fe de la intolerancia de la que ha sido objeto. Intolerancia basada en mitos y en un total desconocimiento de los hechos.

Los argumentos que relacionan al rock con la adoración a Satanás no tiene sentido para aquellos que consideramos al satanismo como una creencia carente de todo sentido racional. Pero para aquellos que consideran al infierno como un concepto real, terrible y oscuro, estas mismas críticas les parecerán razonables. A estos últimos les puedo decir que creo que existe Satanás, si, es un muy lucrativo concepto de mercadeo, las grandes disqueras y la industria del entretenimiento en general lo saben muy bien.

La corriente mas dura del rock es sin duda el denominado Metal. Es en éste estilo en donde se observa más frecuentemente las referencias al satanismo, pero esto no pasa de ser un mero recurso de ventas basado en un simple mito, en una abstracción socio-cultural, en un concepto que ni los mismos músicos toman en serio. Muchos mal llamados satanistas del rock se casan en iglesias cristianas, tienen formación católica y familias comunes.

La mención a lo maligno no es el único elemento en las letras del rock, ni siquiera es el predominante, las letras hacen alusiones mucho más frecuentes a cuestiones sicológicas, filosóficas, políticas, sociales, literarias, históricas, románticas, entre otras.

En contraposición, la música popular que escuchan nuestros niños actualmente, con la total complacencia de sus padres, utiliza recursos realmente nocivos, como la pornografía y el delito, a la sazón interpretadas en una atroz deformación del español y difundidas profusamente por todos los medios de comunicación audiovisuales.

Nunca falta quien quiera darle un sentido diferente al propósito de un discurso o una canción. Tenemos ejemplos de esto incluso en la música popular. Los mensajes ocultos entre líneas matizan de inteligencia a una canción, pero actualmente carece de sentido pensar en mensajes malignos ocultos clandestinamente, hay agrupaciones de todo tipo que se encargan de emitir dichos mensajes de manera muy explícita, y eso vende más.

Se le ha atribuido casi exclusivamente a las grabaciones de música rock, la supuesta presencia de mensajes ocultos con la técnica del Backward Masking Process, pero sólo hay que investigar un poco para descubrir la falsedad de este mito, mediante esta estúpida técnica podemos encontrar mensajes ocultos hasta en la voz de cualquier niño.

Son demasiados los grupos acusados de prácticas satánicas. En toda la literatura y “documentales” que acusan la presencia de satanismo en el rock, se hace mención constante del grupo Iron Maiden, es el preferido de estos especialistas. Esta banda británica es una de las más importantes del planeta, sus letras nos remiten muy frecuentemente a la literatura inglesa. Las referencias históricas en sus letras son abundantes. Son fervientes fanáticos del fútbol y sus miembros son verdaderos virtuosos, su front man, Bruce Dickinson, es un personaje prolífico que además de excelente cantante es escritor, esgrimista olímpico, historiador, locutor, piloto de Boeings, es Primer Oficial de la línea aérea Astraeus sobre lo que protagonizó una serie de documentales en Discovery Channel, mecánico de trenes, entre otros intereses.

Son innumerables los mitos populares creados alrededor de las bandas de rock, lo lamentable es que muchas ocasiones se refieren a verdaderas leyendas de la música. ¿Quién no ha escuchado que el nombre de la banda KISS son las siglas de “Knights in Satan Service”?. ¿Qué decir a esto?.

Se menciona frecuentemente a Ozzy Osbourne como una especie de adalid de Satanás. Ozzy es una persona enferma, afectada profundamente por su antigua y lamentable adicción a las drogas y el alcohol. Desde niño tuvo problemas de aprendizaje, además de su dislexia. Su potente carisma y privilegiada voz lo han convertido en un personaje muy popular, querido y multimillonario. Su show televisivo deja mucho que desear, pero su música es de una enorme calidad. Como casi todos, utilizó desde sus inicios el lenguaje y la imagen del mal para vender, y vaya que le resultó, él y su banda fueron los precursores de ésta estrategia.

Podríamos contar horas mencionando grupo por grupo, mito por mito. Se ha acusado de satanistas a bandas como Pink Floyd, Beatles, Rush, Marillion, Led Zeppelin, bandas cuyo aporte a la música ha sido descomunal. En una ocasión leí una lista de grupos con supuestos mensajes satánicos, entre estos se contaba a Pimpinela y Binomio de Oro. Incluso se ha relacionado el financiamiento de los grupos de rock con los Illuminati.

En el inmenso abanico de agrupaciones de metal, abundan y tienen mucho éxito las bandas de tinte y mensaje cristiano (Stryper, White Lion, Mortification, POD, Creed, entre muchísimas otras) las cuales son acogidas igualmente por el mismo público que escucha a Deicide por ejemplo. Se trata de música, no de religión.

En nuestro país, el rock tuvo tintes de clandestinidad. Salir a la calle con el cabello largo significaba insultos, golpes y cárcel. En Maracaibo se vivió hace más de una década un episodio que se podría calificar de cómico si no hubiese tenido las consecuencias que tuvo. Un párroco, con ínfulas de Torquemada criollo, lideró unos procedimientos policiales para apresar a todo aquel que le pareciera sospechoso de pertenecer a alguna secta satánica. El principal indicio que hacía presumir a un joven de ser “satánico”, era el escuchar rock metálico. Fue penoso ver como el diario Panorama reproducía en primera plana las portadas de discos de Iron Maiden “incautados a los sospechosos”, cual si se trataran de versiones de bolsillo del Necronomicon. Se “incautaron” atemorizantes y terribles caretas de los Diablos de Yare en las habitaciones de estos jóvenes. Lo lamentable es que pagaron con cárcel la osadía de escuchar rock en la tierra de la intolerancia. Conocí personalmente a estos jóvenes, eran y son personas productivas, inteligentes e incorporadas honestamente al aparato productivo del país. Por este increíble atropello no se recibió ni siquiera una disculpa.

Afortunadamente este tipo de incidentes ya no son comunes debido entre otras cosas a la globalización y a la transculturización. Sin embargo los mitos persisten y se transmiten con la misma fluidez.

Es difícil encontrar corrientes musicales modernas que remitan frecuentemente a los jóvenes al estudio en conjunto de la música y a la ejecución de algún instrumento, al estudio del inglés, de la poesía e inclusive de la historia y la literatura como complemento de su afición. Este modo constructivo de asimilar la música es común entre los seguidores del rock.

En el planeta coexiste una gran variedad de creencias y religiones, muchas de las cuales no incluyen a Satanás como un elemento. Hay otras que lo toman en serio y temen su supuesta existencia, es una cuestión cultural. La alusión explícita al demonio con fines mercadotécnicos, para el resto, es una cuestión de imagen comercial.

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