martes, 10 de mayo de 2011

El pensar emocional

Ernesto García Mac Gregor

Unas palabras recientemente pronunciadas por el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, nos hace recordar que todos los izquierdistas del mundo son igualitos de retardatarios y por supuesto muy parecidos a los de aquí.

Decía así: “nos impusieron que el alumno vale tanto como el profesor, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes. Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que las buenas costumbres habían terminado. Defienden los servicios públicos pero jamás usan transporte colectivo y mandan a sus hijos a colegios privados. Son aquellos que han renunciado al mérito y al esfuerzo y que atizan el odio a la familia, a la sociedad y a la república”.
Trasladándonos ahora a Venezuela. En teoría, ser de izquierda significa ir contra lo rígido, lo tradicional, la injusticia social, la opresión, ser idealista, romántico y soñador. Desde ese punto de vista, todos pertenecemos a la izquierda. Pero en la práctica, ser de izquierda significa pensar más con el corazón, que con la cabeza. Y es lo que ocurre cuando los ideales se forjan sobre los instintos y no sobre la razón. Cuando la respuesta (emocional) está motivada por la sensibilidad social inmediata y no por el raciocinio y la realidad, damos la espalda a la verdad que nos perturba, para entregarnos al espejismo que nos reconforta (cuando un pobre invade un terreno, sólo se piensa a favor del pobre y no en el problema que éste está creando).

Todo esto viene a colación porque precisamente, en esas últimas elecciones francesas de 2007, el innombrable daba por segura ganadora a Madame Royal (quien perdió ante el derechista Sarkozy), y expresaba: “Ella es socialista, y allá está nuestro corazón. No la conocemos, pero por ser mujer y socialista, con ella está nuestro corazón”… Eso se llama precisamente, pensar con el corazón y no con la cabeza. Que oiga quien tiene oídos…

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